[ARTICLE] Ángela Ruiz Robles, la mujer que nos mostró el camino al libro electrónico

Cuando repasamos los orígenes del libro electrónico, al buscar en nuestra memoria la mayoría se iría al año 1971, cuando Michael Hart ideó el proyecto Gutenberg en Illinois (del que hablaremos en un futuro artículo), sin embargo, hay un antecedente fundamental en España, que por desgracia apenas vemos en obras de referencia por falta de difusión.

Estamos hablando de Ángela Ruiz Robles, una mujer de origen leonés, cuya profesión, la llevó a vivir en la ciudad de Ferrol, por aquel entonces "El Ferrol del Caudillo", y que nada menos que en el año 1949, ideó un proyecto de I+D sin precendentes, un libro mecánico.



Ángela Ruiz Robles (1985-1975), nació en una familia acomodada en la época, su padre era farmacéutico, y su madre ama de casa, cursó estudios superiores en la Escuela Normal de Maestros de León donde impartió sus primeras clases, de taquigrafía, mecanografía y contabilidad mercantil.

A los 22 años fue nombrada maestra directora de la Escuela de Gordón (León); posteriormente profesora y directora del Centro Ibañez Martín y después empresaria, como propietaria, directora y profesora de la Academia para adultos “Elmaca” de Ferrol.



A partir de 1938 comienza a publicar obras como "Compendio de ortografía castellana" entre otros múltiples trabajos, y es en 1947 cuando le es concedida la Cruz de Alfonso X El Sabio, a partir de este momento obtiene gran reconocimiento con diversos premios.

Sin embargo, su legado nos dejaría una pieza que nos impresiona especialmente a día de hoy, en plena ebullición del libro electrónico, con su profundo amor a la pedagogía, se anticipó al futuro contenedor del saber, con un antecedente del ebook, buscando esencialmente tres objetivos:

  • Aligerar el peso de las mochilas de los niños
  • Hacer más atractivo el aprendizaje
  • Adaptar la enseñanza al nivel y necesidades de cada estudiante


La elaboración de su invento tuvo lugar en los talleres militares ferrolanos, con un sistema de carretes, tomó forma su "Enciclopedia mecánica", que constaba de dos partes:

  1. La primera de conocimientos básicos: lectura, escritura, numeración y cálculo. Haciendo presión en abecedarios y números se formaban sílabas, palabras y  lecciones. 
  2. La segunda funcionaba con bobinas, cada una dedicada a una materia. Todo en el tamaño de un libro “de facilísimo manejo y peso insignificante” según describía la propia Ángela.

Este libro mecánico iba más allá de los contenidos que podía incluir en un principio, puesto que los contenidos eran intercambiables, pero ante todo se concibió como un objeto fácil de usar, interactivo y atractivo para los niños.


El primer prototipo fue construído en cobre, la segunda versión se hizo en plástico de nailon duro, consiguiendo que su peso fuese de unos 40 gramos, consiguiendo que el peso del libro más las seis bovinas con las diferentes asignaturas fuese realmente reducido comparado con los libros equivalentes.

Facilitaba ante todo la visión de números y letras, incluía luz, sonido y cristal de aumento, elementos que lo convertían en un dispositivo apto también para la enseñanza especial, así como el aprendizaje de idiomas.

Cuando miramos desde nuestra perspectiva este invento, de hace hoy 64 años, es inevitable esbozar una sonrisa, ya que apoyaba el aprendizaje en sonidos e imágenes, permitía leer en la oscuridad, era adaptable a cualquier tipo de alumno, permitía añadir sus propios contenidos a los profesores e incluso permitía escribir o dibujar gracias a un plástico-teclado, y además podía leerse en horizontal o vertical, unas características que hoy en día nos harían pensar en un tablet de hoy.

Pese a contar con la aprobación inmediata del Ministerio de Educación y Ciencia, el invento nunca tuvo la proyección ni difusión que cabría esperar, ya que ni Ángela Ruiz tenía el dinero necesario para su fabricación ni encontró inversores.


Sin embargo, el invento de la leonesa llegó a oídos de empresarios americanos, que le ofrecieron la compra de la patente, oferta que fue rechazada por Ángela, con la esperanza de que la repercusión y beneficio del invento se quedase en España.

Pero hay que tener en cuenta que estamos hablando de la primera mujer inventora en España, la primera que ha dado de alta una patente, que desarrolló su carrera en una ciudad llamada "El Ferrol del Caudillo", donde no se concebía a una mujer en el mundo de la empresa.

Pese a ello, obtuvo reconocimiento tanto nacional como internacionalmente, con medallas en ferias y exposiciones como en Bruselas (1957, 1958 y 1963), Zaragoza (1957), Sevilla (1964) y Ginebra (1968).


Cabe preguntarse cómo habría evolucionado la educación en España, si el invento de Ángela Ruiz Robles hubiese sido potenciado y utilizado con todo lo que podría ofrecer, y cómo habría cambiado la concepción del origen del invento si potenciásemos a nuestras mentes más brillantes.

Fuentes: 1, 2, 3

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Madre mía...tenemos hoy en día España los problemas que había en los años 50; igual le ocurrió al granadino Val del Omar con el zoom, y lo peor es que no hay perspectiva de mejora. Gracias por el post, excelente.

rosamillangarcia dijo...

Enhorabuena Nativo! Qué gusto ver el reconocimiento a Doña Angelita! La Enciclopedía la tenéis en Coruña: Museo de Ciencia y Tecnología. El libro se fabricó, bajo su mirada en los Arsenales de Ferrol. Su vida fue apasionante, si queréis saber más: http://rosamillangarcia.blogspot.com.es/2012/03/angela-ruiz-robles-en-wikipedia.html
Un cordial saludo. Rosa Millán García.

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