Vivimos en un mundo en el que están desapareciendo los formatos físicos que contienen audio, vídeo o cualquier tipo de dato; para muchos son un verdadero estorbo y prefieren incluso no tener en su propia casa sus contenidos, almacenándolos en un servidor remoto con acceso a través de Internet, lo que hoy se llama "la nube".
Recientemente escuché a dos chavales de unos 12 años la siguiente conversación:
- ¿Te enseñaron el vídeo?- Sí, me lo enseñó mi padre, pero estaba en un "VHS"- ¿Y eso qué es?- Es... pues un vídeo, lo que había antes...
Aparte de sentirme viejo al escucharles obtuve otro ejemplo del cambio cultural de formatos. En medio de esta ausencia de contenedores físicos, la nostalgia ataca, y hay formatos que vuelven a estar de moda, por ejemplo, los discos de vinilo.
La venta de estos discos ha aumentado en un 30% en los últimos años, ¿las razones?, la más clara parece la nostalgia, el escuchar ese crepitar de la reproducción tan característica y ese sonido añejo. Pero también el coleccionismo, la decoración (la mayoría no se compran para escucharlos ya que en pocas casas quedan tocadiscos que funcionen). Se trata de un formato muy atractivo gracias a su tamaño, así como a los grandes momentos musicales que se vivieron en la época que estaba de moda.
El mercado musical está especialmente afectado por la llegada del mundo digital, en el cine o los videojuegos el DVD ó Blu Ray sigue teniendo mucho peso, así como en el mundo del libro el papel. Pero el CD, y todos los intentos de lanzar nuevos formatos, se desinflan ante la posibilidad de llevar miles de canciones en un bolsillo cualquiera.
El caso del disco de vinilo parece casi único, ningún formato ha tenido una vuelta a la vida tan grande, aunque hay algunas menciones honoríficas. Está claro que los aficionados al cine conservan como oro en paño sus VHS de sus producciones favoritas, así como los jugadores guardan en su casa los cartuchos que les hicieron disfrutar "como enanos" en su infancia.
Los formatos retro tienen una gran encanto para los que vivieron su época dorada, seguimos sintiendo algo especial al montar el proyector de diapositivas y escuchar el típico y rudo sonido entre diapositiva y diapositiva. Dejar escapar el pasado siempre cuesta.
De mismo modo, recordamos con todo el cariño rebobinar una cinta con un boli bic para ahorrar pilas a nuestro walkman, los sonidos estridentes de las consolas de los ochenta como la Atari 2600, o soplar los cartuchos de la NES, darle la vuelta al vinilo para escuchar la otra cara, o rebobinar la cinta VHS antes de devolverla al videclub (eso los que teníamos ese detalle).
Los libros, para muchos, están pasando por un proceso similar, recientemente leía una entrevista al chico que ha sacado la nota más alta en la selectividad, al que le preguntaban si solía leer utilizando una pantalla, su respuesta fue que leer era una especie de descanso de tanta pantalla, prefería los libros en papel.
Opiniones como éstas siguen conservando los libros en papel muy presentes en nuestras vidas, pero el empuje el libro electrónico es cada vez mayor, me pregunto si llegaré a escuchar otra conversación de niños preguntándose qué es esa caja con páginas y otro respondiéndole "es lo que había antes"
0 comentarios:
Publicar un comentario